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Son verdaderamente preocupantes, especialmente para los votantes socialistas, las tensiones internas que se están produciendo en el PSOE a cuenta de posibilitar o no el gobierno del PP y, a la vez, el intento de formar un gobierno alternativo con Podemos y otras fuerzas de claras tendencias independentistas.

El problema, desde mi punto de vista, es que la ejecutiva socialista está focalizando el problema solo en el rechazo al PP, olvidando aquello que puede ofrecer a sus votantes, reales y potenciales. El PSOE tiene que hacer un análisis de la evolución de su mercado de votos. Analizar el por qué su fuerza de atracción de votos ha ido disminuyendo desde el final de la segunda legislatura de Zapatero. Y, sobre todo, preguntarse: ¿cómo es posible que con el desgaste que ha tenido el gobierno del PP, tanto por los recortes realizados como por los casos de corrupción que le han aflorado, haya perdido más votantes y escaños que aquél?

En las elecciones de 2004 y 2008, el PSOE de Zapatero consiguió en torno a los once millones de votos con 148 y 154 escaños respectivamente. El desgaste de Zapatero en su segunda legislatura, con una crisis sobrevenida que no quiso ver, recortes y un incremento del desempleo desorbitado, dejó a los pies de los caballos a su sucesor, Rubalcaba. En las elecciones de 2011, el PP ganó con casi once millones de votos y 186 diputados y Rubalcaba obtuvo siete millones de votos y 110 diputados. Por esa pérdida de votos el partido le condenó al ostracismo. Y he aquí que su sucesor, Pedro Sánchez, en las elecciones de 2015, pierde un millón de votos más, obteniendo tan solo cinco millones y medio, y se queda con 90 diputados, 20 menos que Rubalcaba. Inexplicablemente, no solo se le arropa, sino que incluso se le permite el intento, lógicamente fallido, de formar gobierno. En 2016, hace unos meses, Sánchez vuelve a perder votantes, unos cien mil, y consigue rebajar el número de escaños a 85. ¡Y continúa queriendo formar gobierno con el respaldo de su ejecutiva!

La irrupción de nuevos partidos ha dado lugar al nacimiento de otros focos de gravitación del voto que le han restado potencia al del PSOE. Ello hace más necesario aún la definición clara e inequívoca de la oferta del PSOE a los españoles. Mimetizarse con los centros de gravitación del voto de otros partidos no funciona. La experiencia así lo dice. Vaya como ejemplo los votos sacados en Cataluña y País Vasco a pesar del acercamiento de Zapatero a los nacionalistas.

El PSOE tiene que pescar en el caladero del PP y conseguir que los dos o tres millones de votantes que vagan por el espacio electoral caigan bajo su órbita gravitacional. Son votantes cuyos valores son aquellos que siempre defendieron los socialistas. Pedro Sánchez está jugando a despistarlos y va a conseguir que, hasta una buena parte de sus fieles, se vaya con su voto a otra órbita o al limbo.