Lo de crear consignas para promover un producto, un evento o una idea es normal tanto en el campo de lo privado como de lo público. Y es esencial en el caso de las manifestaciones reivindicativas. En dichas consignas se busca la rima fácil que a veces resulta ingeniosa e impactante y en otras, la mayoría, chabacana y ripiosa y, a veces, ofensiva. Pero que éstas últimas partan del Gobierno resulta chocante, además de contraproducente. Es lo que ocurre con el lema feminista promovido en un twit por el Ministerio de Igualdad: “Sola y borracha, quiero llegar a casa”.
Yo también quiero, solo y borracho, llegar a casa. Pero, claro, aprovechando mi lamentable estado de embriaguez y mi provecta edad, me pueden apalear, robar e, incluso, mear encima, o puedo no acordarme de dónde coño vivo, o no conseguir introducir la llave en la cerradura, o que al final, una vez superado todo eso, mi mujer, cabreada, haya echado el cerrojo y me deje en el rellano de la escalera para que duerma la mona. O sea, que me puede pasar lo que a Noé que, con la tajada, perdió el respeto de su hijo.
Con esto, que aunque lo parezca no es un chiste, quiero decir que no se puede pedir respeto utilizando un argumento que, de por sí, hace perderlo. El asunto de la igualdad de la mujer es demasiado serio como para lanzar mensajes inconsecuentes. El mensaje debe llevar el peso de la razón e ir directo y de forma clara al objetivo que se pretende conseguir.
Es importante que cuando nos señalen la luna no miremos al dedo. La luna, en este caso, es el feminismo y su lucha por la igualdad, esto es, la lucha porque las mujeres, en una sociedad inevitablemente compuesta de hombres y mujeres, sin que nada tenga que ver la tendencia sexual de cada persona, sea considerada lo mismo que los hombres, simplemente personas, con los mismos derechos, las mismas capacidades, el mismo respeto, la misma inviolabilidad física y síquica y la misma libertad que, por cierto, termina donde la de las demás personas comienza.
Otro tema, tan importante como la plena consecución de la igualdad, es acabar con las insoportables agresiones machistas. Terminar con la violencia sexista, ya sean crímenes, violaciones, abusos, acosos o simples expresiones inoportunas de tal carácter, es prioritario en nuestra sociedad. Pero no podemos olvidar que la solución de este problema pasa, como delitos que son, por la reforma del código penal, un endurecimiento de las penas y una severa y firme actuación educativa, para que todos los hombres lleven grabado a fuego que la igualdad es una ecuación: ♀ = ♂, en lo bueno y en lo malo.
Y además es importante que los propios hombres se impliquen en que la ecuación se cumpla.